Buenos días y feliz viernes.
Qué valiente, Nuria, y qué luchadora…
Por si aún no sabes cuál es nuestra dinámica, sí, vuelvo a ser Nono.
Hoy te quiero contar que la primera vez que salí al extranjero y me monté en avión (no cuento Portugal porque Fregenal está prácticamente en la frontera) tenía 16 años.
Fui a Inglaterra un verano.
Entonces, había unas becas del Ministerio de Educación.
No sé si seguirán existiendo.
Te la daban si tus padres no eran ricos. Creo que no hacía falta ni sacar buenas notas.
En cualquier caso, y para que quede constancia aquí, siempre fui el típico empollón.
Por cierto, mi hijo, en menos de dos años de vida, ya se ha montado varias veces en avión y ha visitado Irlanda, y dentro de una semana, Alemania.
Cómo cambia la cosa con el tiempo.
El caso es que ese verano fui solo a Inglaterra.
Pero los dos veranos siguientes fui, con la misma beca, con mi hermana Bea a Vancouver y a California.
¡Qué buena experiencia!
Ella ya era una aventajada por aquel entonces en el inglés y en lo internacional.
Mi manejo de idiomas siempre ha sido muy precario (no así la capacidad para interpretar acentos, que conste).
De hecho, ella fue a las clases de nivel avanzado y yo al intermedio.
Vivimos cada uno en casa de una familia esos dos veranos, pero nos veíamos a diario.
Aprovechábamos los fines de semana para viajar a ciudades cercanas y para hacer excursiones de todo tipo.
Jugábamos a algo tan sencillo como hacernos llamar de una manera diferente a Bea y Nono en el Starbucks para pedir un café (quién nos diría que muchos años después Komvida se vendería en esa cafetería).
En esa época, era muy madrero y muy casero.
Irme lejos fue una aventura y un reto para mí.
Recuerdo incluso a veces pasarlo mal y contar los días para volver a España.
Mi hermana, sin embargo, se desenvolvía por aquellos lugares como pez en el agua.
Verdaderamente disfrutaba y lo gozaba.
Y me sirvió de ayuda para valorar el hecho de estar en la otra punta del hemisferio.
Era una oportunidad y había que aprovecharla.
Qué suerte haberme podido apoyar en Bea cada vez que lo he necesitado.
En esos viajes y en todo lo que ha venido después.
Y qué suerte y privilegio poder trabajar ahora a su lado en Komvida.
Tenemos que volver a hacer un viaje juntos, Bea.
Os comparto una foto del verano en California con ella.
PD: No os riáis mucho.
PD2: No me puedes decir que aún no conoces la historia de la vuelta al mundo mochilera de Bea y Nuria… te lo dejo por aquí, anda…