Vuelta al mundo mochilera. 2016.
Después de tres semanas viajando por Bolivia, Nuria y yo llegamos a Chile, al desierto de Atacama.
Aunque era desierto, a nosotras nos parecía el paraíso.
Veníamos de dormir sobre sal, de alimentarnos con sopa de maní, de vivir sin un solo lujo.
Aquí… había aceite de oliva.
Era el día de coger el bus que nos cruzaría a Argentina. Nos quedaban los pesos justos para el billete.
Nos presentamos en la estación.
No sale el bus. (No recuerdo por qué, tampoco importa).
Y ahora, ¿qué?
No queríamos sacar más dinero ni cambiar más euros. Las comisiones, cuando eres mochilera, duelen. Y el presupuesto iba al céntimo.
Entonces se nos ocurre: con los pesos que nos quedan, compramos ingredientes para hacer una tortilla de patatas y la vendemos, en pinchos, con su pan.
Por supuesto, con cebolla.
Y así pasamos la tarde. Cocinando nuestra tortilla.
Cuando ya estaba lista, llegó lo más difícil.
Nunca habíamos vendido nada más allá de las pulseras de verano.
Y nunca habíamos trabajado juntas.
Nos lanzamos con toda la adrenalina en el cuerpo.
Y sabiendo que estábamos dando un paso en la dirección que nos haría mejores.
Una hora vendiendo.
Le sacamos 53 € al cambio a la tortilla.
Con eso pagamos la cena, la noche… y los billetes.
Y ese fue el inicio de algo mucho más grande.
El inicio de nuestro trabajo juntas.
El inicio de nuestra empresa.
El inicio de Komvida.
Lo que vino después… es nuestra gran historia.
Muchas veces, los comienzos están donde menos los esperas.
Buen sábado.
Bea.
PD: Aquí te dejo la publicación de Instagram que hice en su día. Nos ves a Nuria y a mí (más jóvenes e igual de guapas) con el subidón de haber dado un paso en nuestro destino.
PD2: Sigue abierto el plazo para apuntarte a mi programa RESET MICROBIOTA. Uno nunca sabe dónde puede estar el gran comienzo de una vida mucho mejor.